Querido amigo o amiga, incomprendido,
que estás experimentando el “Nadie me entiende”:
Te escribo para decirte que sé por lo que estás pasando y que no es nada
lindo sentirse así. Te entiendo, porque todos, -sí, sí, todos- alguna vez, en
algún momento, hemos sentido, vivido, o experimentado esa sensación de
incomprensión, de sentirnos solos, de que nadie absolutamente es capaz de
comprendernos, ni de ponerse en nuestro lugar.
Hoy decidí escribirte porque sientes que nadie te entiende y que
la vida es simplemente una porquería. Como no te gusta sentirte así, queréis
que se acabe pronto, lo antes posible. No te estaré mandando una receta: las
hay para cocinar un postre o cualquier comida, pero no existen las recetas para
vivir (lástima, ¿no?)
Nadie
te entiende. Y vos, ¿te entendéis? Es muy bueno empezar por uno mismo.
La adolescencia es la etapa en la
que más me sentí incomprendido. La profesora no me entendía, mis padres no me
entendían, mis hermanos tampoco, y hasta algunos de mis amigos, esos con los
que sí nos entendíamos con sólo mirarnos, de repente, así como así, en un momento,
ya no nos entendimos más.
La niñez era otra cosa, ¡qué lindo
volver a ser niño!, ¿no? Los demás, “los grandes”, estaban siempre allí para
entendernos, y si papá y mamá nos retaban, estaba la abuela para entendernos y
captar nuestras necesidades. Sí, “los grandes” estaban para todo lo que
necesitábamos.
Te cuento una buena y una mala noticia:
sentirte incomprendido no es algo exclusivo de tu edad. ¿Sabéis algo? Hoy,
atravesando ya la juventud, también vivo momentos en los que siento que nadie
me entiende. También, te cuento que, antes de escribir esto, hablé con otras
personas mayores que yo y me dijeron que en todo momento uno lo vuelve a
experimentar.
¿Por
qué no me entienden?, ¿qué pasa con todos?, ¡si supieras las veces que me
sentí así! Lo primero que hacía era aislarme, quedarme en silencio, me
preguntaba para qué, de qué servía hablar con gente que no entendía nada de lo
que me estaba pasando. De antemano, antes de hablar, ya me adelantaba,
suponiendo que la respuesta que me iban a dar sería “cualquiera”. Hoy siento
que me equivocaba, ¿cómo me entenderían si no hablaba y optaba por quedarme
callado?
Si
necesitas realmente que alguien te entienda, primero busca la manera para
lograrlo: habla, saca lo que sentís, es de mucho alivio, todo tiene una
explicación, un por qué, y los otros quieren saberlo. Siempre hay alguien que
nos ayude a traducir lo que nos pasa, pero ¡ojo!, esto no significa que tengas
que buscar sólo aquellas personas que te den la razón en todo.
-
La comprensión es ponernos en el lugar del otro, en su
piel, en sus zapatos, abrir los oídos, intentar entender, aunque cueste.
Si queréis que te entiendan a vos, es bueno que intentes también lograr
entender, hacer tu parte. La cosa es recíproca.
Saludos, hasta la próxima y un fuerte
abrazo.
-
Querido amigo o amiga, incomprendido,
que estás experimentando el “Nadie me entiende”:
Te escribo para decirte que sé por lo que estás pasando y que no es nada
lindo sentirse así. Te entiendo, porque todos, -sí, sí, todos- alguna vez, en
algún momento, hemos sentido, vivido, o experimentado esa sensación de
incomprensión, de sentirnos solos, de que nadie absolutamente es capaz de
comprendernos, ni de ponerse en nuestro lugar.
Hoy decidí escribirte porque sientes que nadie te entiende y que
la vida es simplemente una porquería. Como no te gusta sentirte así, queréis
que se acabe pronto, lo antes posible. No te estaré mandando una receta: las
hay para cocinar un postre o cualquier comida, pero no existen las recetas para
vivir (lástima, ¿no?)
Nadie
te entiende. Y vos, ¿te entendéis? Es muy bueno empezar por uno mismo.
La adolescencia es la etapa en la
que más me sentí incomprendido. La profesora no me entendía, mis padres no me
entendían, mis hermanos tampoco, y hasta algunos de mis amigos, esos con los
que sí nos entendíamos con sólo mirarnos, de repente, así como así, en un momento,
ya no nos entendimos más.
La niñez era otra cosa, ¡qué lindo
volver a ser niño!, ¿no? Los demás, “los grandes”, estaban siempre allí para
entendernos, y si papá y mamá nos retaban, estaba la abuela para entendernos y
captar nuestras necesidades. Sí, “los grandes” estaban para todo lo que
necesitábamos.
Te cuento una buena y una mala noticia:
sentirte incomprendido no es algo exclusivo de tu edad. ¿Sabéis algo? Hoy,
atravesando ya la juventud, también vivo momentos en los que siento que nadie
me entiende. También, te cuento que, antes de escribir esto, hablé con otras
personas mayores que yo y me dijeron que en todo momento uno lo vuelve a
experimentar.
¿Por
qué no me entienden?, ¿qué pasa con todos?, ¡si supieras las veces que me
sentí así! Lo primero que hacía era aislarme, quedarme en silencio, me
preguntaba para qué, de qué servía hablar con gente que no entendía nada de lo
que me estaba pasando. De antemano, antes de hablar, ya me adelantaba,
suponiendo que la respuesta que me iban a dar sería “cualquiera”. Hoy siento
que me equivocaba, ¿cómo me entenderían si no hablaba y optaba por quedarme
callado?
Si
necesitas realmente que alguien te entienda, primero busca la manera para
lograrlo: habla, saca lo que sentís, es de mucho alivio, todo tiene una
explicación, un por qué, y los otros quieren saberlo. Siempre hay alguien que
nos ayude a traducir lo que nos pasa, pero ¡ojo!, esto no significa que tengas
que buscar sólo aquellas personas que te den la razón en todo.
-
La comprensión es ponernos en el lugar del otro, en su
piel, en sus zapatos, abrir los oídos, intentar entender, aunque cueste.
Si queréis que te entiendan a vos, es bueno que intentes también lograr
entender, hacer tu parte. La cosa es recíproca.
Saludos, hasta la próxima y un fuerte
abrazo.
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