La
persona egoísta esta únicamente interesada en sí misma, desea todo para ella,
no siente placer en dar, sino en recibir.
El
mundo exterior es contemplado únicamente desde el punto de vista de lo que
pueda extraer de él. Carece de interés
por las necesidades de otros, y de respeto por la dignidad e integridad.
La
persona egoísta no se ama demasiado a sí misma, sino muy poco; en realidad se
odia.
Esta
falta de afecto y de cuidado para con ella misma, que es solamente expresión de
su falta de productividad, la sume en un estado de vacuidad y frustración.
Es
necesariamente infeliz, y está interesada ansiosamente en arrebatar a la vida
aquellas satisfacciones cuya obtención ella misma obstaculiza.
Parece
preocuparse por sí misma; pero en realidad hace solamente un vano intento por
ocultar y compensar su falta de cuidado para consigo misma.
Es
cierto que las personas egoístas son incapaces de amar a otros; pero también
son incapaces de amarse a sí mismas.
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